MENÚ
Volver
es
En Honduras, una cuarta parte de las mujeres vive en áreas rurales y enfrenta serios retos en el acceso a recursos productivos como tierra, herramientas y crédito. Estas barreras limitan su autonomía económica y su capacidad para acceder a financiamiento y tecnología. Su carga de trabajo, que incluye tanto tareas domésticas como agrícolas, sigue siendo invisibilizada y no remunerada, lo que perpetúa su vulnerabilidad. Además, suelen ser excluidas de decisiones clave sobre producción y gestión de ingresos, que rara vez les benefician directamente.
En este contexto de desigualdad, mujeres como Ninfa Margarita Lanza Hernández están marcando la diferencia a través de iniciativas sostenibles en su comunidad.
Al crear la biofábrica Arca de Esperanza y adoptar prácticas agrícolas ecológicas, Ninfa no solo incrementa la productividad de sus cultivos, sino que también contribuye a la reducción de emisiones de carbono, demostrando el papel fundamental de las mujeres rurales en la construcción de un futuro verde.
Desde su finca en Azabache, El Paraíso, Ninfa Lanza es un modelo de sostenibilidad en el mundo rural.
En 2006, decidió abandonar los químicos y adoptar prácticas ecológicas, transformando su finca en un espacio diversificado con cultivos de café, árboles frutales y una biofábrica de insumos orgánicos.
Gracias a su formación constante y su pasión por aprender, se ha convertido en una consultora destacada en agricultura sostenible, capacitando a más de 20 grupos de agricultores en prácticas respetuosas con el medioambiente.
La reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero es uno de los principales desafíos para mitigar el cambio climático. En El Paraíso, Honduras, estamos implementando el proyecto Paraíso Verde, financiado por la Unión Europea, para impulsar la transición hacia sistemas agrícolas más ecológicos que mejoran la calidad del suelo, capturan carbono y fomentan la biodiversidad.
Esta visión de futuro, orientada a la sostenibilidad, es parte del enfoque que Swisscontact ha implementado en el país a través de diversas iniciativas como esta.
Un elemento clave en la descarbonización es el uso de biofábricas, espacios en los que se producen insumos orgánicos como fertilizantes, biofertilizantes y pesticidas a partir de recursos naturales.
Las Escuelas de Campo (ECA) se han convertido en un pilar fundamental para enseñar prácticas agrícolas sostenibles y climáticamente inteligentes. En estos espacios, las y los agricultores aprenden a manejar sus tierras de manera eficiente, promoviendo el uso de bioinsumos que mejoran la salud del suelo y reducen las emisiones de carbono.
Estos espacios participativos también son inclusivos, orientados a que cada vez más mujeres y jóvenes aprendan buenas prácticas en agricultura sostenible.
Las ECA también fomentan la formación de biofábricas, reducen la dependencia de insumos químicos, mejoran la fertilidad del suelo y cierran ciclos mediante la reutilización de residuos, contribuyendo a una economía circular y a la descarbonización del sector agrícola.
Además, las ECAs fomentan redes de apoyo donde las y los agricultores comparten innovaciones y soluciones. Mujeres como Ninfa, que capacita y guía a grupos comprometidos con la producción orgánica, son esenciales para que estas comunidades adopten prácticas sostenibles.
Reducir la desigualdad en las zonas rurales de Honduras implica que más mujeres, como Ninfa Lanza, accedan a mejores oportunidades. Esto se traduce en una mayor seguridad alimentaria y un desarrollo más justo y sostenible para las comunidades rurales, con un enfoque especial en el empoderamiento de las mujeres.