El objetivo de esto fue no solo buscar la participación de las mujeres en las iniciativas, sino haciendo un esfuerzo consciente para asegurar que tanto ellas como los hombres puedan definir, desde un inicio, los problemas de producción de los cultivos de cañahua y Tarwi, por un lado, y las buenas prácticas resilientes más apropiadas y adoptadas que atiendan estos problemas, por el otro. De esta forma, fue posible identificar las necesidades de cada género y sus aspiraciones, necesidades, inequidades y deseos. Este mismo esfuerzo fue desarrollado con las acciones establecidas en los planes de negocio de las Pyme, proceso que resulto más sencillo debido a que tres de las cuatro Pyme con las que se trabajó están siendo manejadas por mujeres.
Asimismo, la línea de base levantada por el proyecto consideró datos sobre roles y tiempos dedicados a las actividades agrícolas, tipo de familias que pueden ser más vulnerables a la inseguridad alimentaria y procesos migratorios importantes presentes en las zonas de intervención, estableciendo cómo los roles de género influyen en la forma en la cual mujeres y hombres interactúan con el medio ambiente; ya sea porque las expectativas de su participación en el ámbito familiar o productivo los lleva a requerir recursos naturales diversos o porque esta interacción es producto de un acceso diferenciado a oportunidades de capacitación y servicios.
Consecuentemente, las intervenciones planteadas por el proyecto han tenido una visión de las mujeres y los hombres como usuarias y usuarios de un servicio o producto (posición pasiva) buscando diferenciar el acceso a estos servicios o productos de acuerdo al liderazgo de género observado en las familias apoyadas. Igualmente se promovió la visión de género sobre los participantes de la cadena de valor o actividades económicas (posición activa) fortaleciendo, en este caso, una mayor participación de las mujeres en los acuerdos comerciales de venta de los excedentes obtenidos con las Pyme.
También, se apoyó la visión de género como participantes en foros de discusión y diálogos políticos (tomadores de decisiones) fortaleciendo a las mujeres en la toma de decisiones respecto a cuándo y a qué precio vender o guardar la producción obtenida. Por tanto, la aplicación de la caja de herramientas proporcionada por el GIZ facilito la transversalización del enfoque de género en el proyecto.
Complementariamente, se promovió el acceso de mujeres y hombres a los diferentes recursos productivos promovidos por el proyecto como acceso a saberes tradicionales promoviendo su recuperación y/o prácticas agrícolas resilientes aplicadas en la producción de Cañahua y Tarwi, así como el acceso a tecnologías de cosecha y post cosecha que faciliten las actividades agrícolas.
También el proyecto evidenció el rol gravitante de las mujeres en la estrategia de aprendizaje nutricional a través de espacios de capacitación y asistencia técnica, y gestión de ferias gastronómicas, posicionando a las mujeres como administradoras de la alimentación y salud familiar. Asimismo, son las mujeres responsables de guardar la diversidad y calidad de granos, tanto en Tarwi, como en Cañahua, lo cual confirma que las “mujeres son guardianas de la biodiversidad en la pequeña agricultura familiar”, testimonio del encuentro de productores de cañahua Oruro 2021 para la elaboración de la estrategia nacional de Cañahua).
Finalmente, se aseguró que el equipo técnico de los co-ejecutores involucrados en el proyecto posea las capacidades y la sensibilidad necesarias para llevar a cabo procesos de capacitación género-responsivos.