Pasteles y bollos para vivir mejor

Kamal huyó de Sudán debido a los disturbios políticos del 2016 y se fue a Kenia. Desde entonces, este hombre de 32 años ha estado viviendo en el campamento de refugiados de Kakuma. Se enteró del proyecto Skills for Life a través de una campaña de sensibilización, y se decidió por la repostería, pues quería tener una habilidad comercializable para cuando pueda regresar a su país. En el sur de Sudán no hay muchas panaderías ni mucha variedad para elegir. El pan de Sudán es de lo más común. Durante tres meses el proyecto Skills for Life impartió formación a Kamal y a otras doce personas del grupo de aprendizaje. Aprendieron a hornear una amplia variedad de productos, varios tipos de pasteles, bollos para el té, y mandazi, el pan congolés que se hace frito.

“Después de la formación, el proceso de montar mi negocio fue difícil, pero emocionante. Tuve que emplear con prudencia el capital que había estado ahorrando. En vez de alquilar un local en la ciudad decidí construir una cocina en la parte trasera de mi casa. Como no podía comprar enseres de repostería nuevos, contraté a un artesano local para que me hiciera a la medida las bandejas para hornear, los moldes cortadores y el horno de barro”, recuerda Kamal.

En febrero de 2019 Kamal abrió su negocio de repostería y pronto identificó un nicho de mercado. “Mis competidores sólo ofrecían productos de panadería en los diversos campamentos de Kakuma, pero no en el Asentamiento Integrado de Kalobeyei, donde se alojan la comunidad de acogida y los refugiados. Yo mismo me puse a comercializar dentro del asentamiento, y hoy en día entrego siete cubetas diarias de repostería variada. Mi producto estrella es la tarta de la reina, y en segundo lugar los bollos para el té. Como la demanda y la producción aumentaban constantemente, contraté un ayudante”.

Cada cubeta se vende a 10 francos suizos, lo que le deja a Kamal una ganancia neta semanal de 25 francos suizos. Kamal se pone a hornear todas las tardes desde las 19 horas y sigue toda la noche. Luego de entregar su mercancía a sus clientes mayoristas en la madrugada, se retira a descansar por unas horas para luego ponerse a hornear de nuevo.

“La pandemia del COVID-19 no ha impactado directamente en mi negocio. La gente sigue comprando pasteles y bollos. Espero poder terminar la primaria, luego me inscribiré en secundaria y algún día en la universidad. También espero ahorrar para invertir en un horno de carbón”.

Horneando bollos para el té al estilo Kakuma

Ingredientes para unos 30 bollos:

  • 2 tazas de azúcar
  • 1 taza de aceite para cocinar
  • 4 huevos  
  • 1 cucharada de extracto de vainilla
  • 1 kilo de harina
  • 5 cucharaditas de polvo para hornear
  • 4 cucharadas de leche en polvo o 1 paquete de leche líquida

Instrucciones

  1. Precalentar el horno.
  2. Mezclar el aceite de cocina con el azúcar.  
  3. Agregar los huevos a la mezcla.  
  4. Añadir el extracto de vainilla y mezclar todo muy bien.
  5. Incorporar la harina, los polvos para hornear y la leche en polvo.  
  6. Amasar muy bien la mezcla con las manos limpias.  
  7. Dividir la masa en cuatro partes y extenderla con un rodillo.  
  8. Con un molde cortador se les da forma a los bollos.
  9. Las piezas cortadas se ponen en una bandeja y se hornean durante 10 minutos en horno de barro.  
  10. Los bollos se sirven con la bebida caliente de su elección.
Lucy cose para ser independiente
Lucy Amanikor creció en Kakuma. Siendo muy joven abandonó la escuela. Sus padres no podían pagar la colegiatura, y ella se puso a vender repostería en las calles de Kakuma. Un día se enteró del proyecto Skills for Life. Recibió capacitación profesional y tutoría, y al poco tiempo decidió ser costurera. Entre noviembre de 2016 y abril de 2017 completó su capacitación. Era optimista y confiaba en sí misma. “Sabía que si me esforzaba lo iba a lograr. Me encanta todo lo referente a sastrería. Me da un ingreso seguro y siempre tengo bastante trabajo. Hago ropa para hombres y mujeres, y también hago zurcidos”.